¡Así no!

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¿Para ellos? Y ¿Qué de tu felicidad? Yo crecí en la familia más conservadora del mundo pero, afortunadamente aprendí a pensar, a ver desde el otro, desde el que está afuera.  Oremos por los pobres decía mi tía, pero jamás vi darle un pan a quien se lo pedía, creamos en Dios y oremos juntos pero sus súplicas vacías eran solo un recaudo de cuentas sin pagar y de Dolores estrictos que asimilaba a un castigo divino.

Aprendí con la vida, con las diferentes experiencias, que no crecemos individualmente, que somos un engranaje natural de posibilidades y de libertades inmensas que solo pueden ser posible cuando dices basta del control de mi vida, basta que no me dejen pensar, decidir, definir, reinventar, crear y soñar. Me cansé de que dijeran «fumar es de delincuentes, un arete es de un gamín, un tatuaje también», me cansé de que vivamos en un mundo en donde todo está encasillado por alguien más. En donde cada cosa ya viene con su valor, y cada sueño, meta y carrera con su final prescrito, ¿y en donde queda la libertad? Crecí resolviendo preguntas de arte y no de matemáticas porque comprendí tarde que dos más dos no me hace caminar más rápido pero me funciona para decir puedo compartir un pan con quien tiene hambre. Caminando por la orilla de un río me di cuenta que no necesito más que eso, salir y
caminar, sin seguir el camino porque eso de que todo sea seguro no tiene misterio.

Descubrí que en la vida hay más razones para ser feliz, para disfrutar, para gozar, para sentir placer que para sentarse y llorar porque dije una mentira. Me di cuenta que todo había sido creado para mí, por mí y para mi consumo pero que tengo que cuidar eso que me da vida porque es como yo, sangra, llora, siente, duele. Comprendí que en un libro están las vidas de millones de seres por palabra escrita y no me puse ni a imaginar los borrones. Me di cuenta que esto es solo una vez y que prefiero vivir y morir fumando, tocando el arte del que me lleno de vida, tranquilo, amando. Solo o con alguien, entendí que una sonrisa tiene más valor que cualquier mina de oro o diamantes. Aprendí, que el tiempo pasa y no le importan nuestras decisiones, que este ni siquiera piensa en que existiese una oportunidad; Entendí y comprendí que cada paso se marca únicamente en la vida propia y, aunque dejemos estrellas en cada persona. El Big Bang ocurre de nuevo cada vez que abres los ojos en la mañana. Que nacen flores cada vez que sale una lágrima y nos perdemos de las maravillas de vivir solo porque nos enseñaron que debemos orar, lavarnos los dientes, desayunar, estudiar, ser excelentes o sobresalientes mínimamente, salir trabajar, casarse, tener hijos, pensionarnos y vivir sufriendo por que perdimos nuestra vida. Eso me enseñó a no ser mediocre y creer que solo mi vida está en esos que están ahí sentados que me dan de comer por derecho moral, que ya perdieron su vida y que me quieren convertir en algo similar, no asumo eso carajo y no viviré como ellos dicen caramba. ¡Así no!

Las opiniones realizadas por los columnistas del portal www.laotravoz.co no representan la identidad y línea editorial del medio. Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

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