Cómo improvisar a una ministra

Cómo improvisar a una ministra

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Hay quienes se ríen producto de un buen chiste y otros que se ríen de su propia estupidez. Esta semana insistimos en localizar a nuestra amiga “Esperanza”, pues el chisme es que ella colisionó o hizo coalición con un grupo de personas en el Magdalena, entre las cuales aparecen algunas non sanctas. Esperancita no ha querido contestarnos y sus amigos más cercanos nos dijeron que tenían la esperanza de que algún día regresara de vacaciones para que todos perdieran sus esperanzas.
Que la semana estuvo movida en materia política no puede negarse. La señora Karen Abudinen fue la artista preferida de los colombianos en las comidillas debido a sus frecuentes metidas de pata. Dicen que mete tanto la pata que no la aceptaron en la delegación de patinaje sobre hielo que habría de participar en las próximas olimpiadas de invierno. La razón para no postularla fue que, si ya en seco mete la pata hasta la rodilla… ¿Cómo sería en el hielo? Lo más divertido es que Karen desconoce completamente lo que es una moción de censura. En su intervención ante el pleno de la Cámara hizo evidente su molestia por los calificativos que le otorgaron algunos de los intervinientes, y anunció que formulará denuncia contra quienes convocaron al debate. Germán fue uno de los que pidió la moción y no siente el más mínimo arrepentimiento, pues la citación hace parte de sus deberes como representante y la asistencia de la ministra un deber, por tratarse de un miembro del Ejecutivo sujeto al control político del Congreso.

Si alguien se ha detenido a mirar lo ocurrido con el contrato de Centros Poblados se dará cuenta que es, en gran medida, resultado de la improvisación del presidente al nombrar ministros que sirven para todo y para nada. Recordemos que el señor Mamolano venía del ICBF –donde tenía por obligación defender a los niños– y fue nombrado ministro de guerra –cargo en el que ha incurrido en una que otra violación a los derechos de los niños, como el bombardeo en marzo de 2021 que dejó varios menores fallecidos, a quienes el ministro graduó de
“máquinas de guerra” cuyos derechos se habían suspendido en el momento en que ingresaron al grupo armado ilegal–. Abudinen llegó al ministerio de las TIC sin la más mínima preparación, desconociendo las particularidades de la tarea que le fue encomendada y con un enorme presupuesto que ejecutó sin saber muy bien cómo debía hacerlo. La consecuencia fue la pérdida de 70.000 millones de pesos destinados a conectar las escuelas públicas de los departamentos más pobres del país.
Para completar esta charada, el señor PreDuque dijo hace unos días que para el año entrante el 70 % del país tendrá internet de alta velocidad. Nos da la impresión de que algo les está pasando en la cabeza a todos, porque si a día de hoy no se ha instalado ninguno de los puntos contratados, ¿a qué hora cubrirá el 70 % del territorio o de la población nacional? Pero volviendo a la ministra, lo más asombroso es que ella se atribuye la calidad de haber sido quien denunció lo que estaba pasando con el contrato, cuando en honor a la verdad fue la periodista
Paola Herrera en sus entregas que datan desde diciembre de 2020 quien develó este escándalo, como puede verse acá.

Los godos no podían dejar de hacer el oso. Se pusieron su yelmo y escudo y salieron cual quijotes a defender a la ilustre dama benefactora de las comunicaciones que estaba siendo agredida por un poco de “guerrilleros” que
querían destapar el tamal cubierto con hojitas de chisgua. Magistral por su lagartería fue la intervención de un godo de Santander, de apellido Rodríguez, que por poco postula a Abudinen como candidata a la presidencia en reemplazo de Ivancito. También en el Centro Democrático lanza en ristre se fueron contra los citantes y probaron –según ellos– la inocencia de la ministra que –como todos los uribistas– había sido engañada. Después de ver cómo son de fáciles de timar los partidarios del innombrable, llega uno a la conclusión de que o son santos o son
bobos. Santos no son, porque los Santos de bobos no tienen nada, pero no los clasifiquemos nosotros, dejemos que sea la opinión pública la que decida. Defensa fuerte de la minTIC hicieron los miembros de la casa Char, entoldados en Cambio Radical, quienes hicieron fila para afirmar que a Abudinen la habían engañado señores como Tapia, Nule y Moralesrussi, y otros exponentes del clan costeño.

El peor ataque al comportamiento negligente de la ministra lo hizo ella misma cuando trató de defenderse, y mientras se ahogaba –como señalaron los entendidos en materia de pesca– resolvió abrir la boca y se llenó de agua. Insistimos, hubo negligencia total por parte de la señora Abudinen, quien por andar atendiendo toda clase de compromisos sociales y políticos con los Char y la bancada costeña dejó en manos de asesores muy “aviones” el manejo de este contrato billonario, y por eso están volando en aviones los 70.000 millones del anticipo. Ponemos el ejemplo del celador o celadora que, estando de turno y por andar dándose picos con su amante, descuida la puerta y gracias a ello los ladrones pueden ingresar. Tal cual le pasó a la minTIC.
Otro ejemplo del desgobierno de este gobierno es lo ocurrido con el proyecto de la prisión perpetua para violadores y homicidas de menores. Se les explicó a los componentes de la Comisión Primera, a los medios de comunicación y a la opinión pública que no se justificaba modificar la Constitución para incrementar las penas,
porque con la legislación actual se le podía imponer al homicida o violador hasta 60 años de prisión, lo cual es en la práctica una cadena perpetua. Pero la demagogia y el populismo punitivo les cerraron los ojos y el presidente de la República, en un acto de irrespeto a la juridicidad, casi manda a llamar papayera cuando aprobaron el proyecto en el Congreso. Hubo fiesta en el gobierno y en la derecha por el triunfo de la ignorancia sobre la ley. Un presidente serio dejaría que el problema lo trate su ministro de justicia y respetaría sin hacer comentarios malintencionados la decisión de la Corte, en vez de salir como niño regañado a advertirle a los jueces que ya verán su desquite.

Presidente Duque, usted no es ni profesor ni experto en derecho penal, mientras tanto, los verdaderos conocedores afirmaron desde el principio que esta propuesta era inconstitucional e innecesaria, pero el gobierno siguió adelante con su supositorio jurídico hasta hacerlo pasar por el Congreso en la única victoria legislativa que ha tenido en tres años. Se sabía que la Corte hundiría la ley, pero no importaba, era una promesa demagoga que habían hecho en campaña a los votantes cristianos y no podían fallarles porque se acercan las elecciones.
Y si el país está paralizado por la falta de dirección de su máximo dirigente, Bogotá, nuestra ciudad, va por el mismo camino gracias a la mitomanía e improvisación de la alcaldesa Claudia López. Las personas que deben transitar por la carrera Séptima en bus, taxi o automóvil se ganan una cadena perpetua gracias a que esta señora, con la sabiduría que da la ignorancia, autorizó quitarle un carril a esta vía, causando graves trancones y nudos en las intersecciones que ni con la espada de Alejandro pueden desatarse. Como a ella le gusta el show y las controversias, ordenó que se construyera un bicicarril sin estudios de tráfico, por lo cual tomó meses adecuar los cruces al nuevo espacio para bicicletas. Los incompetentes siempre hacen cosas pequeñas ante la imposibilidad de hacer obras grandes; en su caso, su gestión en el ámbito de la movilidad, se ha reducido a pintar carriles de azul y causar traumatismos innecesarios.

En otra zona de la ciudad ya comenzaron a tirarse la Avenida 68 para hacer lo que más le gusta a López, a Peñalosa y a sus socios mutuos en Cambio Radical: TransMilenio; pues no les gusta el metro subterráneo porque les acabaría la vagabundería de los operadores privados. A pesar de que vimos a Claudia marchar por la carrera Séptima en un acto donde afirmó que no construiría el TransMilenio por esta vía, ahora el IDU de su administración anuncia el nuevo “Corredor Verde”, que no es otra cosa que más TransMilenio, pero perfumado.
Según parece, la única forma de transportarse por Bogotá que es aceptada por la alcaldesa es en bicicleta o en sus buses pegados, los demás no merecen la atención de las autoridades ni espacio en la ciudad. Qué agradable es visitar ciudades pensadas para el futuro donde todos caben y se respetan entre sí, sin
distinción de su modo de transporte. Jiménez de Quesada acabó con lo que los indígenas llamaban Teusacá y ahora Claudia López y sus amigos acabarán con Bogotá. Con la histeria del mal gobernante, sus áulicos protestan por las órdenes de los jueces que le suspenden obras mal diseñadas. Al delincuente nunca le gusta el juez y al mal planificador tampoco. Cuando escriben sobre Bogotá, algunos periodistas que parecieran subvencionados repiten las mismas sandeces que hace 22 años decía Peñalosa, ante lo cual se pregunta uno: ¿Cuántos miles de millones nos ha costado a los contribuyentes la pauta publicitaria y los acuerdos con pseudo-periodistas?

Adenda: simpática nos pareció la fotografía del ex-ministro y nuevo co-director del Emisor, Alberto Carrasquilla, en ella aparece ‘muerto’ de la risa acompañado de la leyenda “Volví por el resto”, pues después de haberse enriquecido con los bonos de agua y en premio a que permitió la huelga más grande en la historia reciente
gracias a su reforma tributaria, ahora el presidente improvisador lo nombra en la junta del Banco de la República. Pobre país.

 

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