“Contratitis”, la inflamación en los contratos

“Contratitis”, la inflamación en los contratos

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Un país que no tiene candidatos para buenos presidentes debe conformarse con el recuerdo de los pésimos que ha elegido.

Dicen los entendidos en materia religiosa que al tercer día de haber fallecido Jesucristo resucitó de entre los muertos y eso debe creerse porque así lo afirman los cronistas de la época, que eran tan mentirosos como algunos de los periodistas de ahora. Cuando Germán estuvo en Israel hace algunos años, no encontró prueba material de que en esa tumba hubiese estado el hijo de Dios. Tampoco apareció por parte alguna el acta de defunción y acá es donde toca creer por creer, que es lo que los cristianos llaman fe y las rezanderas llaman fe del carbonero. Friedrich Nietzsche, que a veces tenía sus chispazos, le dio otro sentido a la palabra fe y dijo que fe es el temor a indagar por la verdad, contradiciendo la definición cristiana de que fe es creer en lo que no vemos porque Dios no lo ha revelado.

¿A qué viene todo esto? Pues a que estamos sorprendidos de que el señor Antanas Mockus haya resucitado y ahora ande dando bendiciones a los candidatos y partidos que a él le parecen. Recordábamos que hace unos años afirmaba que jamás volvería a acompañar a Peñalosa debido a su falta de palabra, para tiempo después darle su bendición en Nueva York, acto con el cual se selló el triunfo del “doctor de París”. Desde el extranjero nuestro ex-alcalde colombo-lituano aseguró que Peñalosa era el hombre que salvaría a Bogotá del caos y la sacaría del atraso, mientras le halagaba por los avances hechos en su anterior administración. Con sus afirmaciones nos indicaba que era el mejor ex-alcalde de la historia, olvidando que él mismo había sido también alcalde y que no era autoridad para señalar éxitos, pues en ninguno de sus dos periodos hizo algo distinto a hablar paja. Que dice sus mentiras de vez en cuando, probado está.

Ahora, como profeta desempleado, sale a recetarnos los candidatos que pueden ser presidentes según su leal saber y entender. Para él el hombre de las galletas para estas elecciones es el señor Alejandro Gaviria, quien según algunos críticos “dejó colgada” a la Universidad de Los Andes, parecido a cuando Mockus incumplió sus promesas de campaña y le entregó el multimillonario contrato de repavimentación de las vías a ICA de México, así como el gobierno de la ciudad al innombrable “doctor”. Algunos verdes sostenían que Mockus era fajardista, pero hoy muchos le aplauden por reconocerse como gavirista. No nos sorprendería que en unos meses –acercándonos a las elecciones– se ganara los aplausos de la derecha al reconocerse como conservador, pues de progresista poco. No tendría nada de extraño que Mockus, siendo peñalosista, pueda ser también uribista, en tanto Peñalosa es confeso duquista y en el gabinete presidencial hay un montón de peñalosistas (entre ellos el minDefensa Molano, hombre de confianza del presidente), así que amarren ustedes la piola a ver si les baila el trompo.

Nos contaban en los días previos a la redacción de esta columna que uno de los mayores escuderos de Claudia López dentro del Partido Verde es el señor Mockus, lo cual no nos sorprende en absoluto. Sería lindo ver a la triada de pésimos alcaldes (Peñalosa-Mockus-López) abrazándose, jugando con almohadas o lanzándose flores. Ésta última opción creemos que sería la más conveniente, pues no hay que olvidar que en ocasiones el autor de un homicidio envía flores al lugar donde reposa el cuerpo de su víctima. No obstante su alianza, coincidimos con Mockus en que a Claudia López “le sobra impulsividad e impaciencia”. A ella, por el contrario, le falta saber gobernar, pero sobre todo, comprender que los ciudadanos que votaron por ella no son su comodín –como los hizo pasar en una intervención sobre el nuevo POT– sino sus electores. Hoy en día muchos se sienten arrepentidos de haberle confiado su voto a quien, todas las mañanas y desde cualquier emisora, bota más piedras que cantera en derrumbe. Apostamos que ante la primera encuesta que favorezca a Gaviria se “colinchará” Claudia en su campaña, porque a ella, por sobre todas las cosas, le gusta el triunfalismo.

Nos llamó la atención, por ingenioso, el tuit de Euquico (@Eclides3), que se lee: “Claudia López siempre ha tenido sus dualidades. En política, es de centro-derecha y centro-izquierda cuando le conviene”. Adjunto a su comentario se encuentran dos capturas de pantalla que corresponden a tuits de la ahora alcaldesa. El primero, de 2013, decía “te aclaro, yo también me considero de centro derecha. La gente cree q (sic) soy de izquierda porq (sic) destapé parapolítica”. Sobresaltado queda cualquier pensante cuando lee el segundo tuit de López, con fecha de febrero de 2019, para cuya interpretación habremos de consultar a Mefistófeles: “nunca nos avergoncemos de declararnos de centroizquierda. En Colombia es sinónimo de modernidad política, económica, ambiental, de coherencia democrática, de orgullo ciudadano. Nada de tibiezas! (sic) Somos de centroizquierda a mucho honor! (sic)”.

–Cambiando de tema– impresionante que para conseguir un doctorado honoris causahaya tenido Duque que irse hasta Corea del Sur, evitando la rechifla que ocurriría si le fuera otorgado en una universidad colombiana. Nos gustaría escuchar la opinión de economistas de verdad, preparados en una facultad, sobre el manejo que le han dado Duque y los ministros Carrasquilla y Restrepo a la economía nacional, porque cualquiera diría que Messi –quien trata las cosas a las patadas– lo haría mejor que el gobierno Duque. Revisando por encima el manejo que al país se le ha dado en materia presupuestal, se eriza uno con la clase de “contraticos” que hacen los representantes del gobierno a nombre de Colombia y con nuestros impuestos.

El diario El Espectador trae en su edición del domingo pasado una información sobre otro contratista cuestionado que también tumbó al Estado. Se trata del señor Carlos Arturo Escobar Marín, hacker uribista que sirvió condena en Estados Unidos, país donde tiene una empresa que le hace juego a su pasado y al de una gran cantidad de uribistas. Atérrense, se llamaba Praesidium, nombre que cae como anillo al dedo tomando en cuenta que muchos uribistas hoy en día retozan en los presidios. El negocio le implicó a Colombia perder la bicoca de mil millones de pesos y todo como si nada; fueron tan sinvergüenzas al llevar adelante el contrato que “claramente se violaron los términos de uso y condiciones del servicio de WhatsApp, toda vez que la plataforma tiene prohibido en sus políticas este tipo de acciones spam”, razón por la cual terminó finiquitándose el contrato y el trabajo quedó a media marcha. Era tan hábil el señor Escobar Marín que terminó haciendo negocios con J.J. Rendón y produciéndole campañas publicitarias a Juan Manuel Corzo, Gina Parody y otros tantos.

Volvemos a sorprendernos cuando vemos que a estas alturas se pide investigar un contrato de 2004 adjudicado a Alejandro Char, Guido Nule y Carlos Collins, que tenía por objeto ni más ni menos que la concesión de la vía Bogotá-Girardot. Transcribimos una parte de la nota de El Espectador a este respecto: “lo que encontraron los magistrados de la Sección Tercera del Consejo de Estado es que en su momento el INCO [Instituto Nacional de Concesiones] no fue riguroso a la hora de determinar si la propuesta de Char, Collins y Nule para la mega-obra cumplía con los requisitos estipulados en el pliego de condiciones, como sí se hizo con las propuestas de otros oferentes.” Todo parece indicar que la propuesta de Char, Nule y Collins no era la mejor ni fue debidamente estudiada, se sabe que a otros de los proponentes, como a Obresca C.A., se le examinó hasta un parcial de orina para estudiar sus calidades, lo que no se hizo con los mentados contratistas a quienes les fue adjudicada la licitación.

No olvidemos que Nule era muy cercano a Peñalosa, o por lo menos comenzó a recibir contratos con el Distrito durante la primera administración de éste, en gran medida gracias a su secretaria general Zoraida Rozo, condenada por participar en la trama de corrupción conocida como el Carrusel de la Contratación. Sobre la información divulgada en El Espectador no conocemos qué explicaciones tengan para dar Char y Collins, quienes han hecho mutis por el foro como los malos artistas. Las de Nule ya las conocemos, mentira tras mentira.

Estamos pensando seriamente redactar una oración para que los colombianos, en defensa de sus impuestos, le pidan noche a noche al ángel de la guarda fiscal que no permita que los amigos del gobierno se esquilmen los dineros del erario. Como dice la marchante (revendedora), “está bien que roben, pero poquito”. Un alumno de Germán propuso un término para esta práctica tan recurrente en nuestro país: “contratitis”. Defendió su validez lingüística señalando que, si otitis es inflamación del oído, “contratitis” sería inflamación en la contratación, a lo cual le hallamos razón.

Adenda: aprestémonos para lo que viene, no son nada halagüeñas las intimidaciones que se están haciendo al gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo. Nos hacen pensar en que lo peor está por venir. No se conforman los áulicos del gobierno con meter mano en el presupuesto, ahora quieren meter bala en el cuerpo de sus contradictores. Duque, despiértese; en el país que usted gobierna se está haciendo imposible el ejercicio de la oposición política y para lograrlo están asesinando a muchos de sus representantes. Bien decía un profesor en una charla la semana pasada: el régimen del terror no fue el de Pablo Morillo, sino el de Uribe e Iván.

Aviso limitado: búsquese candidato a la presidencia de Circombia no uribista, que sepa leer y escribir.

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