Entre bombos,platillos y arengas: El portal de la resistencia

Entre bombos,platillos y arengas: El portal de la resistencia

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“Esto en el día es un escenario de arte, cultura y música. En la noche es todo lo contrario, parece una caldera, en la que solo se escuchan lamentos, tiros y alarmas de sirena”. Dice Gonzalo Ramírez, habitante del barrio Las Margaritas, ubicado en las inmediaciones del Portal de las Américas. 

Y es que el relato del señor Gonzalo, concuerda con varios de los demás habitantes del sector. “Nosotros apoyamos este paro y a estos jóvenes. Anhelamos un cambio, así como ellos, pero no sé qué pasa. Una vez el reloj marca más de las 8:00 de la noche, el miedo se apodera de mi esposa y mi hija, no sabemos que pueda ocurrir allí afuera”. Expresa Juan Carlos Otalora, quien, con su esposa y su hija de 8 años, pasaban por el lugar de la manifestación llevando entre unas bolsas alimentos.       

     

Parece lejano ya aquel 28 de abril en el que distintos sectores sociales y económicos, convocaron a paro nacional como respuesta a la iniciativa del gobierno de implementar una reforma tributaria. Aquella iniciativa económica que pretendía gravar los principales productos de la canasta familiar, fue derogada tan solo cuatro días después de haber iniciado la protesta social; además, su ponente, el ministro Alberto Carrasquilla, tuvo que prescindir de su cargo debido a la presión ciudadana. Hoy la gente sigue en las calles resistiendo y reclamando sus derechos.

En el Portal de las Américas la hora de llegada estaba dispuesta para las 12:00 del mediodía. En el Museo Nacional, Monumento de los Héroes, Universidad Nacional y demás sectores de Bogotá, todo iniciaba desde las 9:00 de la mañana o más tarde. Según el comandante de la policía de Bogotá, Eliécer Camacho, se presentarían 40 concentraciones a lo largo y ancho de la capital. Se trataba del vigésimo segundo día de paro nacional. 

El sol estaba en lo más alto, en el cénit del cielo. El reloj daba las 11:56 segundos de la mañana del miércoles 19 de mayo, cuando unos jóvenes, desprendían del puente peatonal de la Avenida Ciudad de Cali con Avenida Villavicencio, dos pancartas de más de 20 metros de largo que decían: “Espacio humanitario” y “Al calor de la olla”. Al mismo tiempo, en una carpa ubicada en un sector de la plaza del portal, varios muchachos se reunían para cantar rap y hip hop. Eran la 1:00 p.m. y habían aproximadamente más de mil personas.

Foto : redes sociales @BabiloniaMauro

El calor y el sol se hacían cada vez más intensos, la señora que vendía helados se estaba “haciendo su agosto”, incluso mientras atendía y devolvía el cambio, sacaba un espacio y gritaba al coro de los demás: “¡Viva el paro nacional!”. Me dice que desde el día que empezó el paro, ha asistido tanto para ayudarse a pagar el arriendo de una habitación, como para apoyar a los muchachos: “Mano cómo uno no va a apoyar este tipo de manifestaciones, estos pelados son unos berracos, ya hubiésemos querido los de mi generación tener las agallas de ellos”.

Por otro lado, la policía que desde temprano ya hacía presencia en el lugar, al cabo de las horas iban llegando más y más uniformados. Era evidente ver en sus rostros el cansancio que tenían. Y no era para menos, pues desde que empezó el paro, los descansos reglamentarios que tenían, se vieron obligados a aplazarlos. Así me lo afirmó un oficial quien no quiso darme su nombre. “Estamos durmiendo pocas horas, no hay mucho espacio para almorzar, hoy estamos acá y mañana nos puede tocar en el centro”. Sobre los abusos y los excesos, no dijo mucho, solo: “No somos todos”.

La tarde transcurría y mientras algunos se tomaban el tiempo y el espacio de abrir sus recipientes de almuerzo y de compartir los alimentos, de los barrios se veía cómo la gente llegaba; familias y niños con sus pancartas, grupos grandes de jóvenes, profesores y hasta un cabildo indígena hizo presencia.

Del semáforo de la Villavicencio con Ciudad de Cali, un camión a todo volumen transformado en tarima llegaba a la manifestación. Con canciones de la agrupación ‘Calle 13’, ‘Doctor Krapula’ y ‘ChocQuibTown’, fue suficiente para que los más de 3 mil asistentes en ese momento, se contagiaran del folclor latinoamericano.

De la tarima aparecen varios jóvenes, uno de ellos toma el micrófono y se presenta como miembro de la primera línea, luego una joven muchacha lo sigue y da un discurso motivacional sobre los derechos que se han obtenido tras el estallido social. A partir de allí, empiezan a presentarse artistas independientes de toda índole, desde grupos de Ska, cantantes de música protesta y rock.

El escenario se llena cada vez más y más, los rostros y hombros de los jóvenes está un poco rojizo, el sol de esa tarde fue hostigante, pero eso no fue impedimento para seguir resistiendo. Incluso hubo tiempo y espacio para los famosos “pogos”.        

Del otro lado de la zona, cerca de la entrada del portal, hay una carpa en la que se acercan personas a donar cualquier cosa, desde comida y agua, hasta guantes, caretas y pinturas. Los muchachos se reúnen en el piso, y es allí donde realizan su arte; hombres y mujeres juegan fútbol, otros rapean, otros saltan, cantan, tocan los bombos y los platillos, el padre de familia alza en sus hombros a su hija para que vea los cantantes y los enamorados se toman fotos.   

Pasadas las 5:30 de la tarde, ya el lugar era un escenario de cultura y dignidad. Personas que llegaban a sus hogares de trabajar, se contagiaban del ambiente y terminaban tomándose un tintico, aromática o algo más. Los medios de comunicación volvían a hacer presencia. El puente peatonal que cruzaba la manifestación por encima de todos, no le cabía un alfiler. Parecía un estadio de fútbol, las cámaras alumbraban y las arengas se oían hasta la central de Abastos, los protagonistas se jugaban el partido más importante: el de la resistencia.

Para las 7:00 de la noche, la convocatoria había sido un éxito, alrededor de 10 mil personas hacían presencia en el lugar en el que noche tras noche, jóvenes eran masacrados, desaparecidos y torturados. Al lugar ya habían arribado las famosas “Madres de la primera línea”, que tras su anuncio, un ensordecedor sonido de la multitud las llenada de orgullo y valentía. Ya era oficial, el portal del vandalismo y la brutalidad policial, era ya el “Portal de la resistencia”.

Abandoné el lugar sobre las 8:00 p.m. con un pequeño botón con los colores de la bandera de Colombia, este prendedor que me habían regalado un grupo de jóvenes, decía tal vez un mensaje premonitorio: “Ven, seremos”.

El saldo del día fue más que favorable, no hubo vandalismo ni enfrentamientos con la policía; no obstante, al término de este escrito, nuevamente el portal era noticia en los medios, ya que fue atacado indiscriminadamente por agentes del ESMAD en horas tarde de la noche.

Para finalizar, quiero dar unas cifras referentes a los más perjudicados de la violencia policial. Según Temblores ONG, al cierre del jueves 20 de mayo se han registrado 18 víctimas de violencia sexual, 33 personas han padecido agresiones en sus ojos y 43 homicidios han ocurrido desde el inicio del paro nacional. ¡Se pide y exige Justicia!.     

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