Hay colombianos

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«Un pueblo que elige corruptos, impostores, ladrones y traidores, no es víctima, es cómplice«. -George Orwell. 

Pareciera que esta frase la planteó el autor específicamente para Colombia. Porque así ha transcurrido la vida política del país desde la independencia. Los ciudadanos han elegido sólo  a quienes explotan a la nación y sus habitantes inmisericordemente.

Estos colombianos están seguros de que su líder, el de turno, es como un “ángel caído del cielo”, al que tienen que seguir ciegamente, no pueden contradecirlo, ni cuestionarlo y deben hacerle caso en todo lo que les exija su “dios”. Es una cultura que se ha afianzado a través de los años y con plena consciencia del ciudadano que los sigue. Es una relación casi indisoluble con visos esclavistas que el ciudadano acepta de buen grado y está dispuesto a defender a su líder hasta con la vida. 

En la llamada violencia política, muchos creían que el politiquero de turno era como un enviado de dios y esos partidarios salían, siguiendo las órdenes de ese “ángel exterminador”, a matar a los masones, ateos y liberales sin chistar nada y absolutamente consciente de lo que hacían. Gustavo Álvarez Gardeazabal escribió “Cóndores no entierran todos los días”, que también fue película, en el que unas personas le hacen caso al líder conservador del momento, ejecutando toda clase de hechos de violencia contra quienes ellos decidían. Esta misma situación la vemos en los últimos años con la aparición de un nuevo “dios”, al que muchos le profesan una “adoración” enfermiza y solo basta que trine o que en un discurso diga que hay que hacer algo para que muchos de sus seguidores lo consideran una orden y la cumplan ciegamente. Acuñaron el concepto, de los “buenos muertos”, o sea que son ciudadanos que merecen la muerte o que algo estarían haciendo para merecerla, muchos salen con armas a amenazar a jóvenes porque reclaman derechos o porque tienen pelo largo o están tatuados o cualquier cosa que los convierta en enemigos de los “ciudadanos de bien” como se han autoproclamado. Eso quiere decir que los que no sean como ellos son escoria y por tanto no merecen vivir y que el país es solo para esos “ciudadanos de bien”. En el plebiscito del Sí y el No para ratificar los acuerdos de paz, las mentiras, medias verdades y órdenes impartidas por este “gran líder” hicieron que muchos salieran a obedecerlo y votar por el No, a pesar de que las consecuencias serían una guerra eterna desangrando el país y solo para satisfacer los negocios con los que se enriquecen los empresarios y politiqueros que se benefician con el conflicto. A pesar de ello, el proceso siguió adelante y hubo en Colombia un oasis de paz en los que los grupos paramilitares y asesinos “desaparecieron” temporalmente resurgiendo con más virulencia con el ascenso al poder de Iván Duque y la meta de él y sus copartidarios de “volver trizas” el proceso de paz.  Volvieron los asesinatos y masacres de líderes sociales, reinsertados, defensores de derechos humanos, miembros de juntas de acción comunal, mujeres y niños, que según un ministro de defensa “son máquinas de guerra”. 

Ese cuento de que esas personas viven “engañadas”, como tratan de explicarlo muchos políticos que se llaman alternativos, y que hay que hacer una “cruzada para salvarlos de las garras de satán”, no es creíble. Ellos están seguros de lo que hacen, son conscientes de la “religión” que profesan y es muy difícil que cambien. A esas personas lo que hay que exigirles es un arrepentimiento real y que le pidan perdón al país por haber sostenido esta situación y haber contribuido al desangre del país y al degradación de la sociedad colombiana. Claro que hay personas que viven engañadas por las noticias de los medios comerciales, ellos tienen unos intereses afines al gobierno y les interesa tener adormilados a unas personas que no les gusta, no tienen tiempo o no les gusta investigar y se “tragan” todos los cuentos y medias verdades que esos medios producen.

Con este panorama llegamos a unas elecciones en las que los que han estado gobernando quieren perpetuarse en el poder para seguir explotando a la nación. Utilizarán todas las armas para seguir mandando y, como hay una gran cantidad de colombianos que están seguros que ellos son los que han salvado a Colombia y esos mismos compatriotas no quieren dejar que ninguna otra persona rija los destinos del país, harán todo lo posible para que ningún líder con otros programas acceda a la presidencia.  Son esos ciudadanos, los que votan por ellos, quienes han sostenido a esos “líderes” y quienes han llevado al país en la situación que se encuentra. Erróneamente se cree que la culpa es de tal o cual politiquero y no es totalmente así. El que los elige, el que deposita su voto por ellos, el que va a sus manifestaciones y los vitorea es el gran responsable.  

Para completar el cuadro, hay muchos militantes de los llamados partidos alternativos que, en privado, anuncian su voto en blanco o la abstención, si la candidata a la que le están haciendo campaña, no gana la consulta, en una clara demostración de deslealtad con lo acordado y esta acción termina con el apoyo al candidato de la derecha o del centro, que para este caso es lo mismo, como hicieron en la campaña pasada. ¡Hoy se duelen del gobierno Duque!

Son tan responsables los líderes como sus seguidores. Una tía muy querida tenía un dicho que nos cae como anillo al dedo: “La culpa no la tiene el que silba, sino el que voltea a mirar”.

Las opiniones realizadas por los columnistas del portal www.laotravoz.co no representan la identidad y línea editorial del medio. Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

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La Otra Voz
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