Jesucristo: derechos humanos y paz

Jesucristo: derechos humanos y paz

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“Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8,32) Jesucristo

“¿Cuándo se ha oído a una voz libre exigir el fin de la libertad? ¿Dónde se ha oído a un esclavo defender la esclavitud? ¿Cuándo se ha oído a una víctima de la tortura apoyar los métodos del torturador? ¿Dónde se ha oído a los tolerantes pedir intolerancia? ¿Dónde se ha escuchado a un necesitado renunciar al favor? ¿Cuándo se ha visto a un desconsolado rechazar el consuelo?[1]

Si los más de dos mil millones de seres humanos que se reivindican como cristianos, comprendieran realmente el evangelio de Jesús, la paz, el amor, la justicia, la inclusión y el respeto a las diferencias construirían democracias sólidas y sociedades prósperas. En los mensajes de Jesús prima el respeto a la dignidad de los seres humanos, en su sacrificio lo peor de la especie humana. Con su vida, con su ejemplo y con su palabra allanó el respeto a los derechos humanos, con su calvario y sacrificio también.

Este texto lo escribo porque la Semana Santa, nos permite regocijarnos en el seno de la familia, nos permite conocer la historia del profeta en sus múltiples facetas, a los creyentes revisar las dimensiones de la expiación, de la muerte y la resurrección. Y lo escribo porque en

nuestro país, hay muchas personas que aunque van a misa, rezan, se santifican, se arrodillan e imploran el nombre de Dios para su bienestar, por su salud, por sobrevivir a la pandemia, al tiempo son corruptos, evaden impuestos, maltratan a sus esposas y a sus hijos, son manipuladores, violentos, promueven el asesinato, las masacres y la guerra, acumulan dinero ilícitamente y utilizan el templo y abusan de la palabra de Dios, para sembrar odio, exclusión y muerte. Utilizan el poder para extender la barbarie, sacrificar la justicia y la paz, aumentar las desigualdades sociales al tiempo que con el despojo aumentan sus propias riquezas y pretenden, que por mencionar a Cristo en sus oraciones y vidas impías sus pecados serán perdonados y alcanzarán la vida eterna.

Para empezar Jesús nació en una pesebrera no en un palacio, cuando Herodes el rey se enteró que el recién nacido podría ser el hijo de Dios y ante el temor de ser destronado mandó asesinar a todos los neonatos. La familia tuvo que huir de Belén, desplazada por la violencia, pasaron la frontera y buscaron refugio en Egipto. Aquí puede analizarse la arbitrariedad del poder, el terror que impone el gobernante y una familia humilde que tiene que huir. La negación de los derechos humanos más esenciales.

Para el escritor, filósofo y teólogo español, sacerdote jesuita, Ignacio Ellacuría, la concepción de los derechos humanos ha de ser analizado desde tres perspectivas: “En lo que tiene de verdadero y de falso, problema epistemológico; en lo que tiene de justo e injusto, problema ético, y en lo que tiene de ajustado o desajustado, problema práxico o político”.

Sin embargo a este buen discípulo de Cristo, lo masacraron con los también jesuitas Ignacio Martín, Segundo Montes, Armando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López López el 16 de noviembre de 1989 en El Salvador, junto con Elba Julia Ramos y Celina su niña de 15 años. La masacre la ordenó la cúpula de las Fuerzas Armadas, auspiciada por el establecimiento de dicho país, ante el repudio que le ocasionaba a la clase dirigente que hubiese sacerdotes predicando el evangelio a favor de los más humildes.

En las palabras de Ellacuría la reivindicación falsa de los derechos humanos, está en quienes consideran que los derechos humanos sólo son reivindicables para quienes comparten las mismas creencias, la misma raza, igual posición social o de poder. Los derechos humanos privatizados. Y lo falso se acompaña de lo injusto, incluso usando a Dios como fuente de las desigualdades o del statu quo y, la praxis de la violencia del poder que niega los derechos humanos, que convierte al Estado en represor para mantener los privilegios de las minorías.

Los pensamientos y las historias que rodean a Jesucristo han servido como eje importante para la evolución de los derechos humanos y la paz. La historia desde ese ámbito ha consistido en formularlo desde las circunstancias del ‘deber ser’ del bien común. Una mirada que ha permitido humanizar, legitimar y superar los privilegios de considerar que los sectores sociales en el poder son los que tienen derechos a las libertades y a la vida.

Pero no solamente los que están en el poder abusan sobre los derechos de sus semejantes, estos que abusan en diferentes estratos y latitudes, son los que le dan fuerza a quienes más daño hacen desde la cúspide de la dominación, de los poderes públicos. Juzgan implacablemente a sus semejantes y pueden convertirse en verdugos de sus prójimos, de su propio pueblo, aniquilan las libertades desde su repudio a la diversidad, al pluralismo.

Recuerdan ustedes cuando Jesús se retiró al monte de los Olivos, los escribas y los fariseos le llevaron una mujer sorprendida en adulterio, y colocándola en medio, le dijeron: — «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Jesús les respondió: — «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra»(Juan 8,7). La ley era injusta pero más injustos eran los hombres que la querían apedrear.

Para los que abusan del poder, acomodando las leyes a su antojo, juzgando y condenando por hechos que pueden ser más reprochables en los que gobiernan, para los que con gran hipocresía condenan a los demás, Jesús advirtió “Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os serás medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo 7:1-5).

En una sola frase se puede encontrar la gran dimensión del respeto a los derechos humanos, cuando Jesús expresó “Traten a los demás como ustedes quisieran ser tratados. Esta es la esencia de todo lo enseñado por la ley y los profetas” (Mateo 7:11). Quien no quiera ser vejado en su dignidad, en sus libertades, en su derecho a la integridad, en su derecho a la vida, que respete los derechos humanos de los demás. Y reconocer que en justicia, Jesús nos inspiró a superar la Ley del Talión del “Ojo por ojo” para que sea posible el arrepentimiento, el resarcimiento del daño, la reparación individual y colectiva, las garantías de no repetición con la generación del perdón y de la reconciliación.

De tal manera, reconociendo que Jesús defendió en su apostolado y con su vida los derechos humanos de todos, principalmente de los pobres y de los relegados socialmente. En el sentido social, profundamente humano “ama a tu prójimo como a ti mismo”, su entrega en la defensa del bien común es una de las mayores muestras en pro de la protección de los derechos humanos y la paz.

Otros de los aspectos en los cuales su conciencia social marca una pauta, en sus mensajes “No se puede servir a Dios y al Dinero” o “Y otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de los Cielos”. El desprendimiento de los bienes materiales, la certeza de que la dignidad humana no puede ser alcanzada por el individualismo y si esto sucede es necesaria la transformación urgente, para que el egoísmo, la acumulación y la violencia, nos desnaturalicen al ser humano, en su espíritu, en su accionar a favor de las causas justas.

Un pasaje de la Biblia resume bien otras dimensiones de la vida de Jesús y los derechos humanos: Tuve hambre, tuve sed, fui extranjero, estuve desnudo, enfermo, encarcelado. Seis condiciones en las que enfrentó las privaciones, la carencia de derechos, la represión, la indolencia y la falta de solidaridad (Mt 25, 44). Condiciones que padecen cientos de millones de personas a lo largo y ancho del planeta.

Frente a esas condiciones Jesús predicó la diakonía, que define la vida humana como servicio mutuo, propio de personas libres, para actuar con solidaridad, incluso dedicando su vida a los más necesitados (Mt 20, 28).

Este constituye el mensaje central del evangelio, el amor a los demás, el existir para servir a los demás, la más hermosa dimensión de la solidaridad, que se complementa con el episcopado, buscando en la raíz de la palabra episcopein/episkeptomai, que significa acoger y cuidar a extranjeros, enfermos y encarcelados (Mt 25, 35. 43), de la que deriva el sustantivo episcopos, obispo, ministro especial al servicio de la comunidad, todos los seguidores de Jesús están llamados a ser obispos, responsables del cuidado de los demás (de los hambrientos, exilados, desnudos…), y en especial, de los enfermos y encarcelados[2]. ¿Cuántos cumplen con este compromiso, incluso entre aquellos que se han ungido como representantes de Dios en la tierra?

Veamos los seis derechos en los que se expresan la solidaridad y la responsabilidad de los Estados.

“1. Tuve hambre y me disteis de comer (Mt 25, 35)”, uno de los más fundamentales derechos humanos, el derecho a la alimentación, ¿ cómo entender entonces que alrededor de 300 millones de personas mueran de hambre cada año en el mundo, en el que los países más ricos y poderosos del planeta sus poblaciones se reconocen como cristianas?

2. Tuve sed y me disteis de beber (Mt 25,35), sin el agua la vida no es posible, sin el agua potable y los saneamientos básicos la vida en sociedad no es posible. Más de mil millones de personas viven en regiones con escasez de agua y con la deforestación y destrucción diaria de los ecosistemas, para el 2025, 3500 millones podrían tener muchas dificultades para acceder al agua[3]. El acceso al agua es un derecho fundamental, sin embargo progresivamente es privatizado. Accederán al agua los que puedan pagar por ella, realidad absolutamente anticristiana.

3. Fui extranjero y me acogisteis (Mt 25,35). La xenofobia es un mal que crece en muchos países del mundo, quienes buscan como sobrevivir en otros países, huyendo de guerras, de hambrunas, de falta de oportunidades son personas a las que hay que acoger, a las que se les debe respetar sus derechos humanos. La ACNUR registra casi 80 millones de personas que han debido huir de sus países en el último año. La xenofobia es una actitud anticristiana.

4. Estaba desnudo y me vestisteis (Mt 25,36). “En la Biblia, el vestido es signo de protección y dignidad de los pobres, de los más necesitados. Por el contrario, desnudez significa exclusión, de manera que los desnudos aparecen como pobres de los pobres, aquellos que no tienen dignidad reconocida, ni derechos”[4]. Existiendo todos los recursos para que nadie esté obligado a vivir desnudo o en harapos, es anticristiano que eso suceda.

5. Estuve enfermo y vinisteis a mí (Mt 25, 36) y cuidasteis de mi (Mt 25, 32). Expresa el derecho fundamental a la salud, a ser atendido y a prevenir las enfermedades. La pandemia de la Covid 19, nos ha mostrado los límites inaceptables de haber convertido la salud en un negocio, que favorece a un puñado de multinacionales farmacéuticas y a quiénes se dedican a negociar con la salud de las personas. Más de dos millones ochocientas mil personas han muerto como consecuencia de la pandemia, con vacunas que demorarán varios años antes de ser aplicadas a las mayorías empobrecidas del mundo, con costos inaceptables. Aparte de ello en promedio mueren anualmente más de cinco millones de niños por causas que se podían evitar. Convertir el derecho a la salud en un negocio es anticristiano.

6. Estuve en la cárcel y vinisteis a mi (25, 36) y cuidasteis de mi (Mt 25, 43) El sexto derecho humano es el ser atendido en el caso de estar encarcelado. Hay millones de personas privadas de su libertad en el mundo, por estar procesadas o condenadas no pierden sus derechos humanos. Hay decenas de miles de ellas detenidas por razones religiosas, ideológicas o políticas. Hay que garantizar condiciones dignas de reclusión, de trabajo, de estudio, de resocialización. En Colombia hay cerca de 100 mil personas privadas de la libertad, con un hacinamiento superior al 20%.

Por otra parte Jesús predico la paz, la paz como una necesidad, como una forma de vida, desde el reconocimiento que nuestra principal

responsabilidad es la de servir a los demás. ¿En qué momento se desvió tanto el mensaje de Cristo para que haya sido utilizado su nombre para las guerras de las cruzadas durante siglos, para los tribunales de la inquisición que llevó a la muerte a miles de mujeres y hombres, para el holocausto que condujo al sacrificio a más de seis millones de judíos por la voluntad de un dictador?

Saadi, el gran poeta persa del siglo XII, manifestó el repudio que debe sentirse frente a los indolentes, a los que son indiferentes al sufrimiento ajeno “Los hijos de Adán son parte unos de otros y en su creación provienen de una misma sustancia. Cuando el mundo provoca dolor a un miembro, los otros no encuentran reposo. Tú que eres indiferente a los sufrimientos de los demás no mereces ser llamado hombre”.

Jesús expresó con fuerza “Nos hartamos de andar por sendas de iniquidad y perdición, atravesamos desiertos intransitables”. ¿Cuánta iniquidad seguimos tolerando? ¿Por qué nuestro amor por la vida, por la justicia, por la paz, por el planeta no puede ser más fuerte que las minorías que conducen el mundo hacia su propia destrucción? ¿ Por qué tienen que tener más poder y fuerza los que ultrajan la dignidad humana, los liberticidas, los que no tienen en su corazón amor sino felonía, los que no quieren servir sino ser servidos?

Cuándo hoy en nuestro país muchos que se autoproclaman como cristianos, están en contra del proceso de paz y, de las instituciones que se desprenden del Acuerdo como la Jurisdicción Especial para la Paz, como la Comisión de la Verdad, so pretexto de que se genera impunidad para criminales, les pregunto si ¿olvidan quiénes provocaron estas violencias, quiénes causaron esta guerra? ¿Por qué quieren ignorar, siendo más reprochables, los crímenes cometidos por los que han dirigido el Estado, cuando estos tienen la obligación de prevenirlos? ¿Por qué quieren sanciones irredimibles frente a los crímenes de los enemigos, pero impunidad absoluta para los crímenes de los amigos?

Para concluir no olvidemos que Jesús fue arrestado sin haber cometido delito alguno, fue víctima de un proceso sumario sin derecho a la defensa, fue torturado y condenado a muerte, por haberse rebelado pacíficamente contra el orden establecido, por haberse atrevido a mostrar otro camino hacia la salvación de la especie humana. XXI siglos después su mensaje resuena «Ámense los unos a los otros como yo los he amado» (Juan 13,34). Incluso tuvo clemencia para los que ordenaron su muerte, no pidió que se vengara su martirio «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23,34).

No olviden la fuerza de su legado, de su sacrificio por la humanidad, quienes pretendan predicar su mensaje no olviden su compromiso a favor de los humildes. No olviden cuando tengan que elegir sus dirigentes que “El que quiera llegar a ser grande entre ustedes será su servidor” (Marcos 11, 43) que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.»

  1. Josep Marc Laporta “Los Derechos Humanos y Jesús” https://josepmarclaporta.blogspot.com/2011/05/los-derechos-humanos-y-jesus.html 
  2. https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/DH-Jesus-activista-Derechos-Humanos_7_2006269379.html 
  3. https://eacnur.org/blog/escasez-agua-en-el-mundo-tc_alt45664n_o_pstn_o_pst/#:~:text=El%20suministro%20de%20agua%20potable,escasez%20de%20agua%20en%202025. 
  4. https://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/DH-Jesus-activista-Derechos-Humanos_7_2006269379.html 

Las opiniones realizadas por los columnistas del portal www.laotravoz.co no representan la identidad y línea editorial del medio. Les invitamos a leer, comentar, compartir y a debatir con respeto.

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