Carlos Riaño

De ilusionistas

Marchan lo conejos. Marchan y arengan con su mudez a cuestas. Marchan mientras agitan sus narices a manera de reclamo.   La calle es un tapete que brinca en cuatro patas, desde sus colas de nube hasta sus orejas de algodón.   Reclaman su derecho a no salir de las

PAÍS DE PALOMAS

PAÍS DE PALOMAS Las palomas revuelan en la plaza de Bolívar. Buscan el norte. Duermen en el Palacio de Justicia. Al sur, se acomodan en el Senado de la República. En la Catedral, al oriente, muestran su devoción, no al Sagrado Corazón, sino al Espíritu Santo. Van al occidente, hacen

De ilusionistas

Marchan lo conejos. Marchan y arengan con su mudez a cuestas. Marchan mientras agitan sus narices a manera de reclamo.   La calle es un tapete que brinca en cuatro patas, desde sus colas de nube hasta sus orejas de algodón.   Reclaman su derecho a no salir de las

PAÍS DE PALOMAS

PAÍS DE PALOMAS Las palomas revuelan en la plaza de Bolívar. Buscan el norte. Duermen en el Palacio de Justicia. Al sur, se acomodan en el Senado de la República. En la Catedral, al oriente, muestran su devoción, no al Sagrado Corazón, sino al Espíritu Santo. Van al occidente, hacen

La Otra Voz
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